LOS PAISAJES DE ISABEL MIGNAQUY

El paisaje, que acompañó a la imagen desde sus inicios, adquirió autonomía como género en la  pintura holandesa del siglo XVII. La difusión y el protagonismo del género se consolidaron en el transcurso del siglo XIX,  hasta lograr un punto de inflexión en la luminosa propuesta del impresionismo. El desarrollo del paisaje se da en paralelo con el crecimiento de las ciudades y el progreso de la cultura urbana. Es interesante pensar entonces, que la mirada del artista sobre los elementos de la naturaleza tales como las montañas, los valles, los ríos, los árboles, los bosques y los cielos, funciona como un rescate;  como la posibilidad de acercar  la placidez del ámbito rural al  fragor de la vida moderna. En cada paisaje de un artista, la desmesura de la naturaleza se manifiesta como lugar. El pintor paisajista trabaja con una aguda percepción sobre el ambiente, pero también entabla una relación de intimidad con los elementos naturales del entorno, que se hace patente en la temperatura de sus cuadros.  

Isabel Mignaquy pinta desde siempre; y casi siempre opta por el paisaje. Estudió dibujo y pintura con Miguel Dávila y continuó su formación en los talleres de Ana María Oliverio, Ernesto Pesce. Con ellos aprendió  a dominar el oficio pero la complicidad con el paisaje, se remonta a su infancia en el campo de la familia en la provincia de Buenos Aires, donde pasó veranos y largas temporadas. Isabel cree profundamente en la pintura. Trabaja el óleo y la acuarela y sabe sacar de cada técnica el mejor partido. Su obra se despliega como un proceso de entregas y de acumulación de experiencias. Los cuadros nacen de un apunte directo, un boceto, una fotografía  o bien como la culminación o el desarrollo de una obra previa.  La acuosidad y la transparencia de la acuarela, le permiten trabajar la luminosidad de la atmosfera y la impresión inmediata. La densidad del óleo le permite tramar el campo, definir accidentes y demostrar su calidad, en la notable configuración pictórica que logra en los cielos de cada uno de sus paisajes.

Como artista, Isabel, se ubica al margen de las tendencias y las modas;  sostiene el interés en la imagen y encuentra en la pintura una tradición renovable. Para ella insistir en un mismo tema brinda posibilidades, porque puede ahondar en planteos plásticos e ir acrecentando el proceso de manera superadora. Pero sobretodo lo que pretende la artista es condensar en sus obras las emociones que despertaron en ella las vivencias de los diferentes paisajes.  Y con la fineza de su intuición y el bagaje de su aprendizaje, Isabel se esmera en traducir sensiblemente las emociones en un hecho artístico,  para que el espectador participe en cada cuadro de una experiencia emocionante.

Maraní González del Solar
Lic. Historia del Arte UBA

MARANÍ GONZÁLEZ DEL SOLAR
Licenciada en Historia de las Artes, Facultad de Filosofía y Letras, UBA 
Actualmente es: Profesora Adjunta en Gestión Cultural CIC. Profesora de Gestión IV en UNSAL. Profesora Curaduría III y  Profesora de Historia del Arte IV, ESEADE.
Se desempeñó como: Jefa de Trabajos Prácticos por concurso,  Plástica IV, Facultad de Filosofía y Letras UBA, Coordinadora de Exposiciones Temporales, Malba- Fundación Costantini. Coordinación Área de Artes Plásticas,  Dirección General de Asuntos Culturales, Cancillería Argentina, Asistente en Jacques Martínez Galería de Arte, Buenos Aires.